Carlos A. Guerrero

La selección Argentina tenía una final ante Nigeria en la última fecha del grupo D. El primer tiempo despertó ilusiones, más aún al estar en ventaja con un gran gol de Messi y con un positivo desempeño en el primer tiempo. En la segunda parte comenzó dubitativo el combinado nacional, una distracción de Mascherano (en un Mundial en el que se cobra cualquier mínimo contacto) permitió a los africanos decretar el empate de penal. Y a sufrir, no podía ser de otro modo.

Sin ideas, con poco juego, pero con el corazón Argentina lo fue a buscar. El milagro fue Rojo. Marcos Rojo apareció cuando no aparecía nadie, tomo un centro bajo en el área rival y la clavó abajo para el 2 a 1 y para que explote el grito de gol en el país. Argentina a octavos de final, enfrentará a Francia, otro rival duro, otra prueba de carácter