Carlos A. Guerrero

tomas bulat 2En una nota concedida en 2012 al sitio iprofesional.com, el reconocido economista Tomás Bulat contó parte de su historia personal y recordó el inicio de su familia en Argentina en el año 1919. El profesional, quien tragicamente falleció hoy, en aquella entrevista reveló que su mayor ejemplo en la vida fue su abuelo, que llegó desde España y trabajó en un tambo de Lobería para ganarse la vida y forjarle un futuro próspero a sus descendientes.

La historia contada por Bulat

«Con su permiso les voy a contar una pequeña historia. Corría el año 1919 y en Tomiño, un pueblo cerca de Vigo, Galicia, vivía una familia formada por un matrimonio y 7 hijos. Como se encontraban en una muy crítica situación económica, el padre decidió hipotecar su humilde casa para comprar un pasaje a su hijo mayor -de tan solo 14 años- para que vaya a la Argentina.

Debía encontrar a un tío que vivía en una ciudad llamada Necochea, quien lo ayudaría a encontrar un trabajo que le permitiera enviar dinero para colaborar a alimentar al resto de la familia. Así fue como ese niño de 14 años se subió a un barco y se vino a Argentina. Por supuesto no encontró a su tío y terminó trabajando en un tambo en Lobería.

Pasó el tiempo, se casó y tuvo 4 hijas, de las cuales algunas fueron profesionales y otras no, pero todas lograron convertirse en clase media. Todos los nietos de quien fuera el niño de 14 años tuvieron acceso a formación universitaria.

Ese señor estaba orgulloso de que, pese a no haber terminado tercer grado, había logrado que la mayoría de sus hijas fueran universitarias y sus nietos también.

Ese hombre se llamaba José y era mi abuelo. Ese casi analfabeto fue el hombre que me enseñó valores, conductas y respeto. La admiración que tengo por él es enorme y yo soy de clase media gracias a él. Gran parte de lo que soy, y de lo que puedo ofrecerles a mis hijos, se lo debo a él.

Mi abuelo siempre me habló con orgullo de su esfuerzo, de su lucha, no exenta de frustraciones o resentimientos, pero sabiendo que le había dejado una mejor situación a sus hijos y a sus nietos gracias al trabajo de toda una vida.

Lo interesante de mi abuelo es que siempre hablaba de esfuerzo (palabra hoy casi olvidada) y nunca de sacrificio (tan de moda últimamente).

Nunca pasé hambre, mi abuelo sí. El estaba orgulloso de que sus hijos no pasaran por lo mismo que él y, a la vez, sus hijos estaban contentos de poder darles más ayuda y más formación a sus propios hijos».